Therapeutic blueprints for patients trapped in shame or humiliation generating stories (2007)

(in Spanish). Perspectivas Sistemicas, 19(94-95):3-5, March

Author: Sluzki CE

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Perspectivas Sistemicas, 19(94/95):3-5, March 2007

TRAYECTORIAS TERAPEUTICAS PARA PACIENTES ENTRAMPADOS EN HISTORIAS QUE GENERAN VERGUENZA O HUMILLACION

Carlos E. Sluzki

Uno de los atributos psicosociales que facilitan la socialidad de los seres humanos es nuestra permeabilidad a las opiniones de los otros, especialmente las opiniones que la gente con la que interactuamos tienen acerca de nosotros y de nuestra performance social. El proceso es, de hecho, complejo, en tanto que el proceso uncluye no solo nuestra opinión acerca de la opinión que los otros tienen de nosotros-en-contexto sino que, reflexivamente, la opinion que tienen acerca de si mismos y acerca de nuestra opinion acerca de ellos y acerca de nosotros mismos, evocando lo que Laing et al. (1965) denominaron “la espiral de las relaciones reciprocas.” Esta habilidad es necesaria para vivir en sociedad, ya que nos ayuda a calibrar nuestra actuación social y contribuye a nuestra construccion de la realidad, incluyendo nuestra auto-imagen, asi como el desarrollo de nuestra etica social.

Este proceso de calibración social via la opinion de los otros – internalizada o externa – suele estar facilitado o guiado por un conjunto de emociones agradables y desagradables que operan como reforzador o corrector de acciones.

Las emociones sociales desagradables incluyen el embarazo (una experiencia menor que nos informa acerca de una desviacion del orden social en el que participamos y que nos permite correcciones rapidas de comportamiento o reparaciones inmediatas), la culpa (una “hermana mayor’ del embarazo acerca de una desviacion social de la que somos responsables y que afecta negativamente a otros y que, dada nuestra responsabilidad, nos tiñe negativamente), la vergüenza (a traves de la cual experimentamos una disonancia entre como actuamos y/o somos percibidos y como querriamos actuar y/o ser percibidos, a traves de los ojos criticos de un testigo, un despliegue publico que afecta todo nuestro self y que genera el deseo de desaparecer de la escena (“Trágame, tierra!”), y la humilliación (evocada por una situacion estructuralemnete semejante a la anterior, con una diferencia central, a saber, que ubicamos en el testigo la responsabilidad por la calidad negativa de su testimonio, es decir, que experimentamos su vision o testimonio como injusto e injurioso, y que dispara esfuerzos para descalificar o atacar al testigo que ha sido percibido como el promotor del proceso social desagradable (“Venganza!”)1. Este articulo se centrara fundamentalmente en estas dos ultimas emociones.

Tal cual mencionado mas arriba, ambas emociones pueden cumplir una función importante, a saber, son parte del sistema de señales de alarma que nos informa acerca de desviaciones en nuestro comportaimento social o en el de los demas, y nos permite intentar neutralizar o corregir esas desviaciones, calibrar nuestros estándares éticos, nos estimula a incorporar y repetir comportamientos que evocan emociones sociales positivas y, en ocasiones, nos lleva a promover cambio personal o social. Estas señales forman parte importante del proceso de socialización y de acomodacion social. Con todo, cuando una u otra de esas emociones devienen en habitante habitual de nuestra vision del self, y tiñen nuestra lectura del mundo, reapareciendo una y otra vez en una variedad de experiencias sociales, entramos en el terreno del sufrimiento humano reiterado que es objeto, si ocurre a nuvel macro, de la actividad politica y, si es de nivel micro, de la actividad psicoterapéutica.

Una de las razones de haber seleccionado estas dos emociones para esta discusion es que ambas son “emociones sociales”, es decir, requieren la presencia de un tercero, el testigo (a veces internalizado, pero generalmente externo). La otra razón es que existe un equilibrio de relativa exclusion entre vergüenza y humillacion (y entre los dos mecanismos psíquicos que tiende a acompañar y favorecer la una o la otra, a saber, la internalización y la externalización), por el cual la dominancia de una en la esfera emocional reduce la presencia del la otra2. Esta oposicion de reacciones se emparenta con la dicotomia entre fuga y ataque, grabadas en la memoria de la especie como respuestas alternativas a situaciones aversivas. Como se subrayara en la segunda parte de este articulo, la diferencia de impacto entre vergüenza y humillacion posee particular relevancia para la discusion de orientaciones terapeuticas de pacientes/situaciones entrampadas en tramas relacionales en las que domina una o otra emocion.

Tal vez se habra notado ya que, durante esta discusion, el foco de atencion es un tanto caleidoscopico: a veces se escoje un lenguaje que tiene como referente a veces a procesos intrapsiquicos – mecanismos psicologicos del individuo en cuestion, el self – y a veces a triadas de personajes – incluendo el protagonista (generalmente el sujeto), deuteragonista (el “otro”) y testigo (que a su vez es a veces un tercero, a veces el “otro”, y a veces el sujeto mismo.) Aun mas, en ocasiones los personajes son individuales y en ocasiones colectivos. De hecho, lejos de ser territorios excluyentes, los procesos objeto de este articulo ocurren en todas esas areas, o, dicho de otra manera, pueden ser descriptos desde una u otra perspectiva, y el angulo cambiante de la retorica usada intenta subrayar esta multi-determinacion.

VARIABLES EN JUEGO

El impacto relacional/emocional de toda situación individual o colectiva que nos expone de una manera potencialmente negativa ante la opinión de un otro individual o colectivo varía de estilo personal a estilo personal tanto del sujeto como del otro – sea este participante activo (los actores son SIEMPRE tambien testigos) o tercero testigo – y tambien, por cierto, de la naturaleza de la circunstancia. Examinemos este párrafo en mayor detalle.

Toda situación” cubre la gama de las situaciones humanas con potencial ambiguo en contexto en las que hay un testigo. De hecho, con muy pocas excepciones, el espectro completo de las situaciones sociales, desde eventos triviales hasta actos heroicos o viles, pueden transformarse en fuentes de vergüenza o de humillación, dado un contexto y/o un testigo con ciertas características. – nuestras tripas borbotean en el silencio de un concierto (“¿Nos habra escuchado alguien?”), estemos auxiliando a un desconocido en apuros (“¿Quien nos ve, pensara que soy perpetrador o ayudador?”), denunciamos a nuestros camaradas en el curso de ser torturados (“¿Somos cobardes traidores, o victimas de una coercion intolerable?”), et cetera.

“Nos expone … de una manera potencialmente negativa” puede incluir múltiples situaciones en las que o bien uno mismo supone una posible observación critica por parte del testigo (“¿Se habrá dado cuenta de que me había olvidad de cerrarme la bragueta?” “¿Me vio alguien cuando me caí de la bicicleta?” “¿Habrán supuesto de que yo fui quien hizo llorar a ese niño cuando, en realidad, estaba solamente tratando de consolarlo?”) o de hecho el testigo o los testigos expresan su opinión negativa: se ríen de nuestro traspié, se aprovechan de nosotros porque hemos sido derrotados en la guerra, o nos acusan implícita o explícitamente de haber hecho algo que no hemos hecho…o que si hicimos mientras suponiamos que no había testigos o que, si los había, eran testigos benévolos.

Varia de estilo personal a estilo personal. Una de las variables estilisticas personales consiste en el grado de sensibilidad a la opinión de los demás. En un extremo del espectro se encuentra quienes son impermeables, indiferentes o insensibles a la opinión ajena. En el mundo social estos sujetos suelen ser rotulados de “crueles,” a veces “explotadores” o “manipuladores”, y en el campo de la psicopatologia suelen ser diagnosticados como “sociopatas” o a veces “narcisistas.” El otro extremo corresponde a sujetos extraordinariamente sensibles a la opinión de los demás – algún “otro” selectivo o bien “el otro” generalizado – a quienes el sujeto atribuye una actitud critica o negativa de manera estereotipada (y no siempre equivocada!). Estos individuos suelen ser rotulados socialmente como “tímidos” e “inseguros,”si predomina en elllos la internalizacion, o bien “hipersensibles” y “fáciles de ofender,” si lo que domina en ellos es la extranalizacion La sensibilidad extrema a la opinión de los otros los lleva o bien a un aislamiento social – para rehuir la tortura del escrutinio – a las relaciones de dependencia – donde el comportamiento del sujeto esta dictada por el otro – o a actuaciones sociales recurrentes en las rehuyen activamente o confrontan al quienes atribuyen un supuesto juicio negativo (a veces, para sorpresa del otro.)

Otra variable, ortogonal con la anterior y ya mencionada previamente, se refiere a la dominancia relativa de mecanismos de internalizacion o de externalizacion en la organización de la realidad del sujeto. Ambos son procesos psíquicos (derivados en parte de experiencias previas de procesos interpersonales, con frecuencia muy tempranos en la vida) mediante los cuales o bien incorporamos la responsabilidad y asumimos la falta o bien la expelemos y atribuimos a los otros la responsabilidad de acusarnos injustamente3. Estos mecanismos son prácticamente universales (con la probable excepción del extremo de individuos “impermeables” mencionados mas arriba.) Si bien pueden coexistir en grados diversos dependiendo de las circunstancias, uno u otro tienden a dominar en distintas personas, a veces selectivamente – por ejemplo, cuando interactúan con sus progenitores, o cuando son entrevistados – a veces de manera universal.

La prevalencia de un estilo internalizador o externalizador en una persona resulta de una combinación de mandatos de la cultura, historia personal, y probablemente proclividades genéticas (Sluzki, 2007). Individuos con rasgos dominantes de internalizacion tenderán a asumir para si toda atribución negativa mencionada por (o atribuida a) el otro, sin evaluar la naturaleza de la fuente o del contexto del juicio negativo. La experiencia dominante en esas condiciones es la vergüenza. Una persona que organiza su vida para evitar el sufrimiento cotidiano de la experiencia dominante de vergüenza será probablemente rotulada en la jerga psicopatológica como “personalidad evitativa” o “personalidad dependiente.” A su vez, individuos cuyo rasgo social dominante es la externalización tenderán a suponer a priori en el otro un módico de hostilidad o intención maligna y a reaccionar a todo comentario expresado por (o atribuido a) el otro, sin sopesar la naturaleza de la situación ni de el contexto del juicio atribuido. En la jerga psicopatológica la prevalencia de ese estilo de visión del mundo suele conducir a un rotulo de “personalidad paranoide.”

Varia de historia personal a historia personal. Las experiencias de la historia personal, a partir del nacimiento, contribuye a facilitar la expresión de uno u otro estilo relacional, así como su expresión mas fluida y adaptada al contexto o mas descontextualizada. Hay evidencia de que cuanto mas extremas y reiteradas las experiencias tempranas, más rígidos y descontextualizados serán los estilos adoptados.

Varia según la naturaleza de la circunstancia. Las circunstancias pueden ser deconstruidas en situaciones – las acciones, la trama, es decir, “que” – actores – personajes centrales y secundarios, es decir, “quienes” – y contexto – la escenografia, es decir, “donde y cuando” ocurre lo que esta ocurriendo. En otras palabras, las “circunstancias” son las narrativas que los actores construyen con los elementos mencionados, a saber, acción/actores/contexto. Posibles proclividades genéticas, las experiencias de vida, la cultura, los estilos de socialización, contribuirán a calibrar de manera diferente estos elementos y organizaran historias más o menos consensuales o sui generis, más o menos equitativas o sesgadas.

Varia según los estilos relacionales del “otro” – es decir, aquellos con quienes se interactua como testigo o quien es (o es percibido como) perpetrador del evento. Las características interactivas del testigo tienen un efecto crucial en la manera en que el individuo construye el impacto (emocional, pragmático) de todo acto social, aun más si ese evento posee un componente de ambigüedad en términos de la posición social resultante para el individuo. Los testigos pueden ser simples observadores del evento – un paseante que nos ve resbalar y caer de bruces en la vereda (¿se muestra solidario, indiferente, burlón?), una enfermera que esta desinfectando una lastimadura producto de una paliza (¿se comporta de una manera empatica, indiferente, critica?) – o personajes activos del evento – un torturador o un violador que acompaña su acto con comentarios despectivos o degradantes, un padre que se burla del llanto de su hijo después de haberle pegado, et cetera. Pueden ser individuos o bien colectivos de gran magnitud (“El mundo se burlaba de nosotros,” fue uno de los argumentos que facilito la eclosion del NacionalSocialismo como consecuencia del desastroso tratado de Versalles que los vencedores de la prmiera guerra mundial impusieron a Alemania) Pero poseemos además observadores internalizados – desde la ‘conciencia moral” hasta las “voces interiores” de las figuras materna o paterna – que juzgan nuestras propias acciones como testigos a veces amables y tiernos, a veces severos y sádicos.

ORIENTACIONES TERAPEUTICAS

Debe quedar en claro, entonces, que los procesos que orientan una experiencia dada en direccion a la vergüenza o la humillacion estan influidos por multiples variables . Estas incluyen si el testigo es hostil o amistoso, si el evento es repetitivo o asilado, si la proporcionalidade entre el acto presuntamente punible y la reaccion/opinion atribuida al otro es percibida por el sujeto como proprocionada o no, si existia omno un contexto de crisis, si la victimizacion es iondividual y aislada o colectiva, el grado de esperanza y de solidaridad entre las co-victimas, si el riesgo de reclamo es elevado o bajo, el tipo de liderazgo del grupo es arriesgado o evitativo, y pocas variables mas. Cada una de estas variables contribuye a la dinamica de una situacion dada.

Con todo, con el objeto de proponer orientaciones terapeuticas cuando concurren a la consulta pacientes entrampados en una vision del mundo en las que domina una o la otra emocion, permitaseme ofrecer la “terrible simplificacion” de una matriz binaria (Matriz 1). Esta tiene como punto de partida un evento no especificado cuya característica en común es que posee una posible lectura critica por parte del sujeto o de terceros, es decir, un potencial traumático – resbalarse en una vereda llena de gente, un comentario circunstancial durante una interacción social hasta entonces inocua, los comentarios malignos de un torturador durante una sesión de tortura, una violación en un parque, una traicion marital, es decir, un amplia variedad de escenarios posibles con potencial traumático mínimo, de mediana intensidad o en su expresión mas extrema e invasora. Cada uno de ellos posee el potencial de generar en el sujeto “victima” una experiencia de vergüenza o bien de humillación. Esta matriz especifica esquemáticamente la interacción entre dos variables, a saber, el estilo personal del sujeto y la naturaleza del testigo.

[NOTA: Matriz 1 approx. Aquí]

Estas dos variables interactúan, demás esta decir, con otras variables de igual o mayor importancia, tales como la naturaleza y el contexto de la escena (el evento en cuestión, ¿tuvo lugar en la intimidad del hogar, en la calle, en un bar, en una celda de la cárcel?), su naturaleza insólita o repetitiva, la proporción o desproporción entre la escena y la reacción, y la toxicidad del estilo del testigo/perpetrador4.

La matriz 1 refleja la nocion de que la intensidad del impacto de la situación tipo es mitigada por la presencia de un testigo empatico en tanto que es exacerbada por la presencia de un testigo hostil. La presencia de un testigo hostil (incluyendo el perpetrador en tanto testigo hostil) aumenta la intensidad de la experiencia así como la posibilidad de un efecto emocional persistente a largo plazo de la misma.

Las dos matrices siguientes especifican trayectorias alternativas del proceso terapéutico, tomando como punto de partida una persona que presenta, en el curso de la consulta, una queja acerca de una experiencia dominante de vergüenza o de humillación, como resultado de un evento dado, que continua perturbándola. En ambas matrices se parte del supuesto razonable que los terapeutas, además de ser expertos en facilitar procesos de cambio, se transforman en testigos empaticos de la escena, incluyendo su correlato emocional, reactivados a traves del relato de quienes consultan. Pero también puede aplicarse a situaciones agudas o aun circunstanciales, en las que un testigo ocasional empático y amistoso puede cumplir una función por así decir terapéutica5.

[NOTA: Matriz 2 aprox. aquí]

La matriz 2 toma como punto de partida la situacion en la que la experiencia dominante anclada por la historia que trae el/la paciente, es decir, la emoción dominante que es evocada por la evocación de una experiencia dada, es una de vergüenza. En esa circunstancia, la orientación del proceso terapéutico requerirá la transformación progresiva de la historia traumática en una que evoque la experiencia de humillación (es decir, favoreciendo una externalizacion), facilitando y autorizando aun ideas de venganza (consonantes con la “nueva” experiencia de humillación), para luego librar progresivamente al paciente de esa historia y transformar esta ultima en una de toma de poder y de autonomía, libre de la toxicidad de la primera historia que atrapaba al paciente en un correlato de rememoración y vergüenza.

[NOTA: Matriz 3 aprox. aquí]

La matriz 3 propone que, cuando emoción dominante de la experiencia recurrente reciente o distante es la humillación, el proceso terapéutico tienda a favorecer una transformación progresiva de la experiencia de humillacion en una que evoque vergüenza (es decir, favoreciendo una internalizacion), y aun facilitar la generación de ideas de esconderse o escapar (consonante con la “nueva” experiencia de vergüenza,) para luego librar al paciente paso a paso de la trampa de la historia de humillación en una de reparación y, a la larga, de coexistencia.

La transformación de una historia que originariamente evoca una experiencia reiterada de vergüenza a una que permita recuperar la autoestima SIN pasar por historias intermediarias de humillación (y su correlato, las fantasías de venganza, que la legitiman) acaba por resultar trivial – como si el terapeuta exhortara “¡No te sientas tan como te sientes!” – ya que no desafía el estilo estereotipado, es decir, no modifica la relación entre el self y el otro, ni favorece un equilibrio ético entre responsabilidad propia y ajena. Otro tanto puede decirse de tentativas de movilizar una historia de la que deriva la experiencia de humillación SIN incluir componentes de vergüenza, en la que el pasaje a historias de reivindicación resulta trivial – como si el terapeuta recomendara “¡No lo mates, hazle juicio!” – a menos que se rescate la humanidad de la experiencia de vergüenza (tanto en frente a otros como en frente al self.)

Asi, personas victimas de la tortura suelen desentramparse del tema monocorde de la venganza cuando enriquecen su historia rescatando la experiencia de vergüenza – a veces inoculada por el torturador o sus acólitos, a veces efecto de haber “perdido su propia dignidad” gritando, o en ruegos o denuncias. El pasaje por la vergüenza no significa que la victima quede entrampada en un culparse a si misma, sino solo pasar por esa estacion intermedia para poder permitirle perdonarse a si misma y recuperar así su dignidad.

El proceso de transformación de historias traumáticas en historias de responsabilidad y autoría es con frecuencia largo y trabajoso, dada la cohesión sistémica de toda narrativa, aun mas aquellas ligadas a síntomas y sufrimiento. Con todo, también puede ser rápido y efectivo. En mi experiencia clínica, desestabilizar las historias de vergüenza o humillación en las direcciónes sugeridas facilitan una transformación terapéutica satisfactoria en dirección hacia la autonomía y la reparación.

REFERENCES

Lindner, E (2006): Making Enemies: Humiliation and International Conflict. New York, Praeger

Miller WI (1993): Humiliation and Other Essays on Honor, Social Discomfort and Violence. Ithaca, Cornell University Press.

Retzinger SM(1991): Violent Emotions: Shame and Rage in Marital Quarrels. Thousand Oaks, CA, Sage.

Scheff T and Retzinger SM (1991): Emotions and Violence: Shame and Rage in Destructive Conflicts. Lexington, MA, Lexington Books.

Sluzki, CE (1993): “Toward a general model of family and political victimization." Psychiatry, 56: 178-187. (Presentado originariamente en el congreso cuyos trabajos aparecen como capitulos en D. Fried Schnitman, Comp.: Novos Paradigmas, Cultura e Sujetividade. Porto Alegre, Artes Medicas, 1996.)

Sluzki, CE (2007): Toward an evolving theory of practice. Family Process, 46(2):173-184

ENDNOTES

  1. Entre los autores que han explorado en profundidad este tema merece citarse a Retzinger (1991), and Scheff and Retzinger (1991) con un enfasis en vergüenza, y Miller (1993), Lindner (2006), con un enfasis en humilliacion.
  2. Debe hacerse notar que estas emociones presentan tambien un equilbrio de relativa exclusion con otras emociones. Asi, la vergüenza opera como contrapeso del orgullo, la humillacion como antagonista de la solidaridad y su efecto, la venganza, como opuesto a la cooperacion.
  3. Poniendolo en los terminos propuestos por Watzlawick et al., 1967, la internalizacion consiste en “puntuar la secuencia de los sucesos” que organiza la realidad adscibiendo en nosotros mismos el punto de partida de las desviaciones (“es nuestra culpa”), en tanto que la externalizacion lleva a adjundicar la negatividad a los otros (“es culpa de los demas”).
  4. Esta ultima variable ha sido discutida en detalle en un articulo previo (Sluzki, 1993), al que se remite al lector para sus detalles.
  5. Por ejemplo, si tropiezo y caigo en una vereda, desparramando la fruta que llevaba en una bolsa, un testigo empático, si me nota turbado por la vergüenza, puede ayudarme a recoger la fruta rápidamente (para hacer “desparecer” la situación cuanto antes, empatizando con la vergüenza) mientras comenta acerca de la situación desastrosa de las veredas (proponiendo así una externalizacion); o bien, si me nota enojado con la vereda desigual, puede apoyar esta diatriba (empatizando con la externalizacion) para luego comentar que también le paso a el, lo que lo obliga a caminar mas alerta, para evitar el papelón (insinuando así una internalizacion en dirección a la vergüenza.)
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