Difficult babies, difficult parents: Toward a model based on a reciprocal fit (2009)

(in French) in Cahiers critiques de therapie familale et de pratiques de reseaux, 43:151-167, 2009 and (in Spanish) in Redes, 22:11-27 ( an earlier version, In Italian, may be found in Majeutica, 25/26: 9-18, 2006)

Author: Sluzki CE

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Redes, 22:11-27, 2009

BEBÉS DIFÍCILES, PROGENITORES DIFÍCILES:
HACIA UN MODELO BASADO EN LA CALIBRACIÓN RECIPROCA

Carlos E. Sluzki

RESUMEN

En la vida cotidiana, el supuesto de que nuestros hijos “son una bendición” que nos trae desde su inicio paz y felicidad, choca con la realidad de que cada tanto nacen hijos que desde el inicio son percibidos por los padre (y a veces por la comunidad de profesionales consultados) como difíciles y frustrantes – y tal vez, si los bebes hablaran, vice-versa – generando círculos viciosos que conducen a profecías autocumplientes. Este articulo discute de manera un tanto interactiva el problema complejo del “encaje reciproco” entre los estilos del bebe y de los padres.

ABSTRACT

The assumption that healthy newborns are mainly a bundle of joy and fulfillment for parents clashes with the fact that, every once in a while, a baby is born that is experienced by the parents (and sometimes by the community of consulting professionals) as predominantly difficult and frustrating – and, perhaps, if babies could talk, vice-versa! This may generate vicious cycles evolving into problematic self-fulfilling prophecies. This paper discusses the complex problem of the reciprocal fit (and occasional misfit) between parental and babies styles.

INTRODUCCION

Este articulo constituye un ejercicio en pensamiento sistémico. Su lectura requiere aceptar el supuesto sistémico de que la unidad mínima de análisis en las ciencias del comportamiento es la relación entre individuos que participan en interacciones significativas, en el caso de los neonatos, bebes y niños pequeños, entre ellos y sus progenitores2. Se basa asimismo en la noción evolutiva de que en el nicho ecológico de cada relación estable se establece de manera progresiva un encaje – en este caso, fundamentalmente, el encaje reciproco entre el estilo3 del bebe-niño y el de sus progenitores, especialmente el de la madre (por razones de su exclusivo contacto prenatal, que favorece el apego, y su mayor contacto cotidiano temprano con el bebe durante el amamantamiento y otros cuidados – cosa que excede las influencias culturales, ya que aparece ligados a la supervivencia del neonato en todas las especies de mamíferos (y aun de animales ovíparos.) Se basa también en la noción interaccional de que las secuencias interpersonales tienden a ser puntuadas arbitrariamente por quienes las describen4, es decir, por quienes “habitan” como actores las historias así como los observadores ocasionales y los testigos expertos, incluyendo entre ellos a los terapeutas y los investigadores. En el caso de interacciones con bebes, los adultos, mas articulados en su lenguaje y en su visión de conjunto, y con visiones del mundo y por lo tanto prejuicios mas adentrados y tenaces, deciden una y otra vez cuál es el punto de partida de eventuales problemas o dificultades atribuidos al bebe – desde su mismo nacimiento – si elementos del estilo de conducta de los padres o equivalentes, o bien del propio bebe. No es de sorprender entonces que con mayor frecuencia el punto de partida de la secuencia recae en (se atribuye a) el bebe5.

Debo prevenir al lector que en la primera parte de este articulo tenderé a puntuar las secuencias interactivas de la interacción bebe/niño-progenitores de maneras explicitas en esa dirección, es decir, tomando como punto de partida el bebe... para luego ofrecer esbozos de puntuaciones alternativas y así recuperar la naturaleza reciproca y fluida de esas secuencias.

También deseo informar a los lectores y a las lectoras que intentare activarlos en este ejercicio sistémico mediante un par de preguntas que, espero, estimulen su curiosidad introspectiva y los induzca a tratar de responderlas, deteniéndose en diversos momentos en la lectura.

Pregunta I

Lector, lectora ¿como imaginas a tu futuro bebe, o, si ya has pasado por esa experiencia, como imaginabas seria tu bebe a partir de su nacimiento?

Suspende la lectura por un momento, y piensa tu respuesta. Cuando estés listo/a, retorna a la lectura.

Con toda probabilidad supones o habías supuesto que tu bebe tendría una cantidad de cualidades básicas (aun más, tal vez ni siquiera deseadas sino que dadas por sentado… excepto en momentos de pánico prenatal):

  • Será sano – excepto aquellos pequeños problemas predecibles en bebes. tales como un resfrió o una diarrea ocasional
  • Se adaptara a las rutinas familiares – incluyendo aquellas rutinas que son creadas al servicio del pequeño
  • Comerá y dormirá bien – con una acomodación progresiva apropiada a su proceso evolutivo o de maduración; tal vez dormirá durante dos o tres horas seguidas varias veces por día durante las primeras semanas de vida, lapsos que se irían extendiendo a cuatro, luego a cinco o seis, y finalmente a siete u ocho horas sino mas, fundamentalmente durante la noche; y además comenzaría a alimentarse mamando del seno materno y progresivamente expandiría su repertorio incluyendo alimentos blandos de fácil digestión y preparación sencilla, para luego ampliar aun mas sus intereses y comenzar a aceptar alimentos semi-sólidos.
  • Evolucionara y crecerá adecuadamente, siguiendo razonablemente todos los marcadores de maduración establecidos por el consenso de la experiencia pediátrica.
  • Será fácil de calmar y consolar cuando se agita o llora – lo tomaras en tus brazos cuando lo ves agitado, acto que calmara su congoja; entraras en el campo visual del bebe y este, a las pocas semanas de vida, seguirá con sus ojos tu rostro y poco tiempo después comenzara a sonreír como signo de que reconoce con placer tu presencia.

En resumen, supones y esperas que tu bebe posea o desarrolle una auto-regulación efectiva y eficiente.

Estas expectativas son, de hecho, muy razonables: la mayoría de los niños, al nacimiento, poseen la capacidad de regular procesos fisiológicos que facilitan la homeostasis del organismo, asegurando su supervivencia básica:

  • La respiración
  • El equilibrio cardio-pulmonar
  • la termorregulación
  • La deglución, la digestión, la asimilación y la evacuación
  • El ciclo sueño-vigilia

Cada uno de estas actividades constituye un proceso de extrema complejidad, que requieren reflejos múltiples coordinados, y la activación simultánea de varios centros autónomos del organismo, todo ello manteniendo un equilibrio muy estrecho y refinado. Aun más, progresivamente, la mayoría de los bebes maduran en la coordinación de dominios cada vez más complejos que, a la larga, favorecen comportamientos sociales y emotivos que aumentan la efectividad de sus interacciones con el ambiente:

  • Regulación emocional
  • Auto-consolación
  • Integración sensorio-motora
  • Regulación del ciclo sueno-vigilia en consonancia con el ambiente
  • Regulación de los ciclos de hambre-saciedad

Se trata, en síntesis, de una progresión que va de la regulación de los procesos fisiológicos al manejo efectivo de la complejidad del comportamiento, de las emociones, y de la interacción con el medio físico y social, un proceso dinámico complejo, aun mas considerando que los diversos componentes del sistema nervioso central, especialmente el sistema nervioso autónomo, maduran a tiempos diversos en los diferentes individuos.

Pocos entre nosotros imaginamos que nuestro futuro bebe (o “futuro en el pasado,” si ya hemos tenido la experiencia de ser padres) presente características tales como:

  • No le gusta ser tenido en brazos o consolado
  • Se muestra desasosegado la mayor parte del tiempo
  • No quiere comer lo suficiente como para mantenerse hidratado y nutrido
  • No duerma lo suficiente o no progresa en el numero de horas seguidas de sueño
  • Es incapaz de auto-consolarse, es decir, de calmarse solo
  • Presenta selectividad alimenticia extrema en términos de sabores, o colores, o consistencias
  • Sufre de manera estable de cólicos o problemas en la evacuación intestinal (por ejemplo, constipación pertinaz)
  • Es hiper- o hipo-sensible a los estímulos sensoriales auditivos, visuales, tactiles, vestibulares (de posición)
  • Muestra poca conexión y aun una reacción negativa al contacto
  • Es inusitadamente distraído, con poca capacidad de enfocar su atención

Con todo, hay bebes que muestran (o son percibidos como mostrando), a veces desde el mismo momento del nacimiento, a veces a los pocos meses, una u otra de estas características, ubicándose en zonas de intensidad y perturbación variada, desde mínima u ocasional hasta máxima y estable (cf., e.g., Rothbart, 2004). Se trata de bebes que son percibidos con (y que, en comparación con la media, se destacan por mostrar)

  • Temperamento difícil de decodificar, exigentes, con interacciones no contingentes (en el sentido de premiar, aun cuando sea con una sonrisa, nuestros esfuerzos de acomodación), hiper-alertas, siempre vigilantes e intolerantes a los cambios
  • Dificultad en regular su humor – irritables, con rechazos explosivos
  • Incapacidad de consolarse – por si solos y aun en nuestros brazos, a pesar de nuestros esfuerzos
  • Dificultad en regular el ciclo sueño-vigilia – con problemas de inducción del sueño, inversión del ciclo día-noche, o simplemente pareciendo necesitar dormir muy pocas horas por día.
  • Problemas de alimentación – rehusando la oferta de variedad, fijados a solo un tipo de alimentos, o un tipo de sabor o una sola consistencia
  • Cólicos persistentes y con poca respuesta a los múltiples cambios de régimen o de tratamientos
  • Hipersensibles a los estímulos – con reacciones de sobresalto extremo a estímulos auditivos (toleran solo un silencio sepulcral, con toda la familia murmurando a su alrededor), visuales (reaccionan con agitación a las decoraciones o los móviles con muchos colores o a los estímulos en movimiento,) tactiles (le desagradan las caricias o solo parece gustar de un tipo de presión o contacto físico,) vestibulares (reaccionan con alarma a todo cambio de posición del cuerpo; se agita, por ejemplo, cuando se lo recuesta de espaldas para cambiar los panales,) olfativo, o de temperatura
  • Distraibiles y/o con problemas de competencia en la programación motora o la coordinación senso-motora.

UN INTERLUDIO CLINICO

Merece que intentemos especificar mas formalmente, centrándonos en la puntuación que define que estos problemas tienen como punto de partida el bebe, de qué estamos hablando.

De acuerdo con la literatura profesional pertinente, un numero razonable de bebes presentan, desde el nacimiento:

  1. Dificultad – o al menos desviación de la norma) en la regulación fisiológica, sensorial, sensorio-motora, motora, de la atención, de la capacidad de elaboración, y/o de los procesos afectivos – a saber, dificultad en organizar un estado emocional positivo de calma, atención y bienestar
  2. que incide diariamente en sus relaciones y en su adaptación
  3. en bebes de 6 meses en adelante
  4. traduciéndose en despliegues conductuales y maturacionales.

La presentación de ese conjunto varia de bebe en bebe. De hecho, es posible describir una topología provisoria de estos bebes y niños sobre la base de la predominancia de uno u otro proceso, generalmente tomando como punto de partida la descripción por parte de los padres:

  • Hipersensibles
  • Hipo-reactivos
  • Hiperactivos agresivos
  • Con problemas de sueno
  • Con problemas en la alimentación
  • Presentación mixta

Una variedad de factores etiopatogenicos han sido identificados como componentes que contribuyen negativamente la capacidad de autorregulación del bebe. Estos incluyen:

Factores Internos (es decir, “dentro” del bebe) tales como:

  • Efectos de haber estado expuestos en el periodo pre-natal a la cocaína y el alcohol (Mayes, Bornstein, Chwarska et al, 1995)
  • Prematuridad
  • Lesiones cerebrales
  • Complicaciones perinatales
  • "Set" genético

Factores externos (es decir, en el ambiente del bebe):

  • calidad de la respuesta de los padres a las señales del bebe – un elemento crucial ya que, por ejemplo, lo que para algunos padres puede ser una conducta hiperactiva desasosegante, para otros puede ser un rasgo positivo de curiosidad u aprehensión del mundo que los llena de orgullo
  • comportamiento parental en general – estilo parental, monto de tiempo y energías para involucrarse con el bebe
  • nivel elevado de stress medioambiental (pobreza extrema, conflicto abierto entre los cuidadores, alcoholismo y/o drogadicción, conflictos sociales que incluyen desplazamiento interno o refugio en otros países de poblaciones, et cetera)

VOLVIENDO A LA NARRATIVA ANTERIOR...

Identificándolos por un instante con los padres de estos bebes, especialmente si han sido definidos por familia o por expertos como alojados en el tercio mas problemático del continuum, e independientemente de la puntuación de la secuencia que genera esta descripción de la realidad, no es de sorprenderse que los padres (especialmente la madre, que suele asumir la carga mas continua y pesada del cuidado del bebe)

  • Están privados de sueño
  • Se sienten entrampados y, ni bien se hace posible, escapan, aunque fuera por unos pocos minutos, intentando descomprimirse
  • Poseen un sistema de apoyo empobrecido – las niñeras no duran en esta casas, los abuelos mantienen prudencial distancia, los padres no tienen tiempo de dedicarse a su vida social, y los amigos a su vez tienden a desaparecer
  • Ambos miembros de la pareja (si es que la pareja existe, y persiste) tienen poco tiempo y pocos recursos emocionales para ocuparse el uno del otro, porque el bebe ocupa demasiado tiempo y espacio
  • Por consiguiente, la pareja muestra tension matrimonial en aumento
  • Y ambos tienen que controlarse, en uno u otro momento, para no descargar su frustración transformada en violencia para con el otro, o para con el bebe: este tipo de circunstancias aumenta el peligro real de abusar fisicamente del bebe.

La literatura acerca de la correlación entre temperamento infantil y calidad de las relaciones familiares es voluminosa y tiende a concordar. En terminos de la relacion madre-bebe, uno de estos estudios compara el comportamiento de madres cuando interactuan con hijos definidos como irritables con el de madres con hijos definidos como fáciles durante los primeros seis meses de vida del bebe. Los hijos irritables producen un efecto claramente aversivo en las madres: éstas muestran menos contacto visual, menos contacto físico, y menos apego emocional – aun cuando los trataban de calmar con más frecuencia. Aun mas, cuando estos bebes difíciles desplegaban ocasionalmente comportamientos positivos, estas madres exhaustas o anestesiadas por su experiencia negativa parecían no notarlos (van den Boom, 1994.)

Otra investigacion complementa a la anterior. El diseño permitió observar la interacción entre madres y sus pequeños y entre madres en interacción con niños (de otras familias) a quienes veían por primera vez. Esta muestra incluía madres con niños definidos como con y como sin problemas de comportamiento. El resultado fue claro: los niños definidos como con problemas de comportamiento generaron reacciones negativas – de crítica, frustración, y tentativas de control – tanto en sus madres como en las madres de otros niños de ambas muestras (por cierto, las madres no sabían ni siquiera que había dos muestras ni el rotulo de algunos de los niños.). A su vez, en interacción con los niños sin problemas, tanto las madres como las no-madres mostraron comportaron igualmente afectuosos para con ellos (Anderson, Lytton y Romney, 1986.)

La solidez de la disposición y del humor del bebe – definida en términos de rasgo del carácter – ha sido identificada en términos de predisposición genética por parte de muchos investigadores (e.g., Plomin. Emde, Braungart et al, 1993, en sus estudios de infantes de 14 a 20 meses de vida.) Con todo, estas observaciones generan la pregunta de si esos rasgos maternos son solamente reactivos, es decir, una respuesta de la madre a la falta de gratificación generada por esos bebes difíciles, o se trata de una contribución independiente o concomitante de la madre, es decir, un rasgo que precede a la existencia del bebe, tal vez hecho mas evidente dada la naturaleza difícil del bebe o un conjunto asociado de factores intervinientes ya mencionados mas arriba. Esta alternativa será explorada a continuación.

Pero antes…

Pregunta II

Lector, lectora: ¿como te hubiera gustado que fueran tus padres cuando tú naciste?

Suspende la lectura por un momento, y piensa tu respuesta.

Cuando estés listo/a, retorna a la lectura.

Con toda probabilidad habrías querido o esperado que tus padres presentaran un conjunto de cualidades básicas (puede que las hayan tenido, puede que no, si bien nacemos donde nacemos sin derecho a selección ni a voto), a saber, que fueran:

  • Tiernos – entre si y contigo, desde el comienzo, y de manera estable
  • Serenos – con bajo nivel de ansiedad y de reactividad
  • Sensibles a tus necesidades
  • Coherentes, es decir, con respuestas y humor estable y no aleatorio o en respuesta a otras vicisitudes
  • Coordinados- es decir, conectados entre si de modo de enviar mensajes (conductas) semejantes, sin desplegar contradicciones
  • Accesibles, es decir, presentes cuando los necesitaras
  • No intrusivos, es decir, no presentes en exceso
  • Capaces de discriminar cuales son tus necesidades y cuales son las propias de ellos – y de actuar en consecuencia
  • Capaces de retener (al menos un poco de) su vida propia como individuos y como pareja

Con todo, de hecho muchos padres y/o madres muestran, de manera habitual:

  • Cierta resistencia o incomodidad a tener a su bebe en brazos con ternura y suavidad
  • Comportamientos hiper-reactivos y desasosegados, respondiendo a señales del bebe con angustia, interpretándolas como un mensaje personal de protesta que les esta dirigido
  • Dificultad de auto-consolarse, de calmarse o tranquilizarse solos
  • Comparativamente poca conexión emocional (en el sentido de comportamientos calmantes o de interacciones en espejo) y aun una reacción negativa al contacto
  • Tendencia a organizar el cuidad del bebe con rigidez prusiana o bien actuando de manera desorganizada o distraibles en exceso
  • Incapacidad de discriminar adecuadamente cuando un llanto es por hambre, cuando es por cólicos, cuando es por pañales sucios o por excesivo frio o calor, o incomodidad de uno u otro tipo, y por lo tanto, por ejemplo, atiborran al bebe con líquidos alimenticios cuando el bebe necesita ser paseado en brazos o bien lo pasean interminablemente cuando el bebe tiene hambre
  • No duermen lo suficiente e interactúan con el bebe en exceso, haciéndole mas difícil la progresión del bebe en términos de aumentar el numero de horas seguidas de sueño, así como de interferir con otros procesos de autorregulación
  • Dificultad con todo cambio, reduciendo, por ejemplo, la posibilidad de que el bebe explore alimentos de distintos sabores, o colores, o consistencias, o bien lo ofrecen con insistencia pertinaz, confundiendo oferta con mandato. Otros, en cambio, muestran poca consistencia en sus rutinas para con el bebe, generando un medio un tanto caótico.
  • Minimizan su atención en el cambiado de panales, lo que genera reacciones dermatológicas que aumenta la incomodidad del bebe, o la maximizan, explorando en detalle su contenido como si este fuera el barómetro del bienestar del bebe
  • Reducen al mínimo la variedad de estímulos sensoriales auditivos, visuales, tactiles, y vestibulares (de posición) del bebe, o, por el contrario, inundan al bebe con todo tipo de estímulos

Tentado como estoy a continuar en esta sección una descripción en espejo de la sección que siguió a la primera pregunta, pero centrada esta vez en los padres, con lo descrito hasta ahora espero haber orientado al lector en una introducción a una lectura alternativa a la de la primera sección, y aun percatarse que una y la otra lectura son componentes recíprocos de un sistema interpersonal mas complejo y con una lectura que resuena mas acabadamente con lo que ocurre en el mundo de las interacciones entre bebes y padres.

Como el lector habrá notado, la exploración al campo abierto por la segunda pregunta, complementaria o, en muchos casos, alternativa de la primera, permite generar un discurso paralelo al primero, centrado en este caso en las características posibles de los progenitores o figuras sustitutivas en su interacción con los bebes, y comenzar a vislumbrar los posibles efectos de estilos de los padres que acaban generando, en proporciones variables, medios rígidos, o caóticos o desapegados. De hecho, buena parte de la literatura sobre apego, a partir de las contribuciones pioneras de Bowlby (1969, 1973,1980), describen con elocuencia los efectos de esas experiencias en el bebe, que lo marcan de por vida (ya sea en dirección a la adaptación y la resiliencia o en dirección hacia expresiones problemáticas o sintomáticas.)

Aun mas, algunos estudios experimentales con mamíferos pequeños han logrado especificar y aun medir este efecto, así como su locus genético y su sustrato neuroendocrino (una suerte de localización anatomo-fisiológica de la resiliencia !): ratones recién nacidos de distintas variedades, criados por ratonas madres que pertenecen a una variedad especifica caracterizada por lamer y acariciar abundantemente a sus bebes a la vez que arquear la espalda para facilitar el acceso a las mamas, muestran ya en las primeras semanas de vida un cambio en los procesos del eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal que protege del stress a los así criados durante el resto de su vida (Fish, Shaharok, Bagot et al., 2004, Weaver, Cervoni, Champage et al., 2004.) Mutatis mutandis, estas investigaciones resuenan con múltiples estudios con seres humanos que exploran la influencia de las características maternas y, mas ampliamente, de ambos miembros de la pareja, en el carácter y el estilo de sus vástagos (e.g., Fivaz-Depeursinge & Corboz-Warnery, 19996; Reiss, 2000, destacándose entre otros.)

FACTORES ASOCIADOS

Una variedad de factores (a veces suficientes, generalmente necesarios pero no suficientes) reducen la posibilidad del desarrollo de una calibración reciproca entre progenitores y bebes que conduzcan a relaciones constructivas y evolutivamente satisfactorias, y aumentan el riesgo de generar problemas en la adaptación o encaje reciproco, es decir, en la calibración estilística y afectiva entre los estilos del bebe y los de la madre y el padre, generando escaladas que acaban siendo objeto de la atención clínica (Heatherington 1991):

  • La presencia de otro niño (un hermano o hermana previos) considerado “difícil”
  • Muchos hijos, difíciles o no
  • Pobreza extrema, insuficiencia de recursos o de acceso a los recursos educativos o de salud
  • Monogenitorialidad – por ejemplo, madre soltera o divorciada sin compañero/a y con hijo a cargo
  • Red de apoyo social insuficiente – por reducción de la propia red (por ejemplo, desconexión con amigos comunes o de mudanza a otra región, aislamiento social por miedo a la estigmatización, o simplemente migración)
  • Abuso de alcohol o drogas por uno o ambos progenitores, o psicopatología severa de uno o ambos
  • Presencia de una expresión de tipo ADHD en uno o ambos progenitores

UNA CUESTION DE INFLUENCIAS RECIPROCAS

Lo que acaba revelándose en esta doble óptica es, mas que una epistemología de los atributos personales, una epistemología de las influencias reciprocas, una calibración o “encaje”(“fit” en ingles) entre los atributos del bebe o de los progenitores, guiada por una suerte de “lotería de la vida,” a saber, qué tipo de bebe le toca en suerte a estos progenitores y qué tipo de progenitores le toca en suerte a este bebe – moderado por las variables psicosociales mencionadas en el párrafo precedente. Dejando de lado problemas extremos derivados de trastornos genéticos o somáticos graves en el bebe o de trastornos psicopatológicos/psicosociales graves en los progenitores, situaciones en las que la “puntuación de la secuencia de los hechos” puede hacerse de modo mas transparente, este punto de vista llama a especular acerca de los destinos de sistemas bebe-progenitores constituidos por combinaciones diversas de estilo y circunstancias de los miembros del sistema. Por ejemplo, si un bebe con proclividad a un estilo mas hipo-activo nace de progenitores que tienden a ser extremadamente ansiosos, o bien un bebe con proclividad a un estilo mas agitado nace de progenitores calmos y de reactividad reducida, el proceso de encaje reciproco será muy distinto del de una combinación a veces ideal y a veces muy problemática de bebes súper-calmos con progenitores con tendencia a la desconexión, o bebe ansioso con progenitores ansiosos (cf., e.g., Turecki, 2000; Johnson, Cohen, Chen et al, 2006),

Una topología del “encaje reciproco” merecería ser desarrollada mas en detalle – no lo es en este articulo – congruente con una visión sistémica que va mas allá de la tendencia a puntuar secuencias y definir a estas situaciones niños/progenitores como “bebes o niños difíciles” o bien “padres difíciles.”

¿CUANDO Y DONDE SE HACEN EVIDENTES ESTOS PROBLEMAS?

¿En que contextos pueden detectarse estos problemas de encaje reciproco? – pregunta muy importante si consideramos que la detección temprana de estos problemas reducen la escalada de incongruencias bebe-progenitores, lo que a su vez reduce el desapego reciproco y el aislamiento social, y aumenta la probabilidad de introducir círculos virtuosos de calibración de la relación que mejoran la situación a breve y a largo plazo.

  • Pueden ser detectados por el personal pediátrico durante una visita clínica de todo tipo (las visitas medicas – a veces aun los seguimientos de rutina – suelen ser contextos ansiogenos que aumentan las escaladas y hacen mas visibles los problemas de encaje);
  • Pueden ser descubiertos en consultas medicas o psicoterapéuticas de uno u otro de los progenitores, por problemas o enfermedades a veces inducidos por el stress relacional con el bebe
  • Pueden ser reconocidos por los maestros o cuidadores del bebe/niño
  • Pueden ser percibidos por amigos o familiares – aun cuando estos temas no sean siempre fáciles de discutir sin generar actitudes defensivas en los progenitores
  • Y, para nuestra frustración ya que debemos contenernos para no intervenir, pueden ser notados en el vecindario, en el parque de juegos infantiles, en un ómnibus, o en un tren, o en el espacio aun mas confinado del avión.

A menos que ocurra la circunstancia afortunada de que los padres tengan capacidad reflexiva, y exploren alternativas en sus propios comportamientos, evaluando su propio comportamiento en busca de una calibración mas efectiva o que, en su defecto, consulten temprano acerca de sus dificultades, estos problemas de encaje reciproco tienden a llegar a la consulta cuando la situación relacional es ya esta bien establecida, los mitos y rótulos familiares bien fijados, y las pautas interactivas difícil de desmadejar, con lo que estilos (inter)personales hayan reducido su maleabilidad potencial.

De hecho, un problema serio es que, a menos que esas pautas interactivas, esos círculos viciosos, sean modificados en un periodo temprano en el ciclo vital de los niños rotulados como difíciles, la carnificación de estas situaciones suelen generar (y a su vez consolidarse con) un desapego inevitable en las madres, lo que a su vez favorecerá la expresión de comportamientos agresivos o bien inseguros en el niño, quien, desde que entran al kindergarten, se ve involucrado en nuevos círculos viciosos que anclan la rotulación de “niño difícil,” ya que con frecuencia los maestros también se desapegan (“¡Son inaguantables!”), y otros niños resuenan con ese estilo sea juntándose con ellos en la violencia y la rebelión sea haciéndole objeto de “bullying”, lo que cementa su estilo previo (Lyons-Ruth, Alpem y Repacholi, 1993.)

ENFOQUES TERAPEUTICOS

Una vez instalada la escalada y fijados los comportamientos recíprocos, los enfoques terapéuticos recomendados tienden a ser multimodales (Cf. American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 2005; Benoit 2005, DeGangi, Craft y Castellan, 1991; DeGangi, 2000; van den Boom, 1994; Turecki, 2000, si bien la mayor de estas referencias tienden a iniciar su puntuación – y centrar su atención – en el niño), salvo en la literatura sobre terapia familiar, que alterna entre enfoques centrados en los progenitores o en toda la familia (Epston, Freeman Lobovitz 1997; Gammer C, 2008, entre otros.) También merece citarse una practica psicosocial experimental de orientación Bowlbiana centrada en aislar rasgos que maximizan la calidad del vinculo madre-bebe (cf. Moore, Anerson, Bergman, 2007), inclusive algunas con énfasis en poblaciones marginales a riesgo (cf. Cooper, Tomlison, Swartz et al, 2009)

Un punto de partida razonable es la evaluación completa de los factores contribuyentes, lo que provee además la oportunidad de iniciar un trabajo psicoterapéutico y, si es pertinente, psicoeducativo. Merece, así, explorar los comportamientos de acción y de reacción de los progenitores (y los comportamientos del bebe/niño que los disparan, o que responden a ellos), manteniendo una postura de connotación positiva para asegurar (tanto en nosotros mismos como en los participantes) una implicación de buena intención como punto de partida de los comportamientos de todos los participantes en el sistema familiar. Esto permitirá a su vez la introducción de descripciones alternativas o re-encuadres que des-estabilicen los escenarios propuestos por los padres que, lo sabemos a priori. contribuyen a establecer profecías autocumplientes. En ese contexto resulta importante también introducir información acerca de los hitos demarcadores del desarrollo, y acerca de los procesos interactivos, “normalizando” las emociones de los progenitores en respuesta al estilo del bebe/niño y viceversa. Permitirá asimismo elegir el nivel optimo y el énfasis del tratamiento y maximizara la posibilidad de romper los círculos auto-perpetuadores, reduciendo el nivel de reactividad emocional y comportamental de los progenitores, todo ello en dirección a mejorar la calibración reciproca.

Merece subrayarse la importancia de actividades conjuntas centrados en el sistema niño/padres, destinadas a facilitar cambios en la interacción entre niño y sus padres, frecuentemente en un contexto de juego, a la vez que se ofrece un modelo de comportamientos contingentes – es decir, de premiar logros así como responder activamente a comportamientos problemáticos (en lugar de responder solo a los comportamientos negativos, o a respuestas correctivas no coherentes) y de reducción de la reactividad emocional (es decir, reducir respuestas intrusivas, criticas y excesivamente intensas por parte de los padres) (cf. Leff J &Vaugh C, 1985 y la abundante literatura subsiguiente acerca de Emociones Expresadas y psicopatología, así como la nota acerca de caución transcultural de Jenkins y Karno, 1995.)

Cuando las parejas parentales consultan – o son referidos a la consulta – por estos problemas, solemos encontrarnos con familias en crisis, y con parejas agotadas y desesperanzadas. El trabajo con parejas parentales – así como las actividades psicoeducativas de conjunto – tienen como objeto, adema de introducir los cambios dinámicos en la relación entre padres y niño, ayudar a los padres a:

  • Desestabilizar y modificar descripciones que solo generan “mas de lo mismo.”
  • Restablecer la auto-estima
  • Reestructurar el ambiente (el espacio físico, frecuentemente invadido por el caos relacional, y la privacidad de la pareja, frecuentemente perdida por esa invasión)
  • Recuperar la relación de la pareja (no siempre fácil, dadas las triangulaciones que suelen generar y ser generadas por esa vorágine conflictual)
  • Recuperar tiempo y espacio para cada uno
  • Reactivar la red social personal
  • Desarrollar estrategias y actitudes en común con el niño que resalten cualidades positivas
  • Por cierto, en muchas circunstancias ya consolidadas resulta útil actividades terapéuticas centradas en el niño destinadas a mejorar las estrategias del niño para lidiar con el mundo, a través de terapias de integración sensorial y sensorio-motora, de normalización de respuestas, de estrategias de auto-consuelo, en muchos casos integradas en psicoterapias globales de mejoramiento de los vínculos.

    Estas tareas pueden requerir un verdadero equipo terapéutico, que a su vez tienen que mantener una comunicación activa y objetivos en común, cuidando de evitar replicar esos conflictos familiares en el equipo terapéutico, cosa no siempre fácil.

    COMENTARIO DE CIERRE

    Muchos de los lectores de este articulo son, además de profesionales de las artes terapéuticas, padres o madres y, por lo tanto, han sido actores en escenarios con esta configuración. Por lo tanto, puede que reconozcan en la propia experiencia uno u otro elemento de este complejo proceso interactivo que se establece desde el mismo momento del nacimiento de un hijo o hija – para puntuarlo aun mas remotamente, reflejando en parte nuestra experiencia como hijos o hijas en nuestra relación con nuestros padres, y aun tal vez remitiéndonos a las relaciones de nuestros padres con los suyos. Con toda seguridad nuestro(s) hijo/hija(s) mostraron desde su nacimiento ciertas proclividades – eran mas bien agitados… o tranquilos, mas bien insomnes… o se dormían fácilmente, nos sonrieron tempranamente… o eran mas bien taciturnos y llorones, tendían a mamar plácidamente… o a atragantarse en su propia voracidad, dejaban que le cambiáramos panales confortablemente… o ese proceso se transformaba en cada ocasión en una batalla campal.

    En cada oportunidad hemos operado con la mejor buena voluntad, guiados por nuestros propios estilos habituales (y a veces sorprendiéndonos cuando un estilo hasta entonces desconocido por nosotros mismos emerge en el curso de la experiencia totalmente novedosa de tener un bebe,) por nuestros supuestos al respecto de cómo deben ser las cosas – discutidas en detalle al comienzo de este articulo – por nuestra ideología acerca de que es amar y cómo se crían a los niños, y por los consejos recibidos de terceros.

    Y en mas de una oportunidad nos hemos visto envueltos en pautas interactivas profundamente angustiantes, frustrantes y denigrantes, culpándonos alternativamente a nosotros mismos y al bebe que no funciona como esperamos. A la larga, la mayoría de nosotros – a veces con ayuda terapéutica – hemos sobrevivido estas vicisitudes sin cicatrices visibles.

    Con todo, cuando nos enfrentamos con consultas basadas en dificultades padres-niños, esas cicatrices pueden aumentar su visibilidad, al resonar con los problemas presentados en la consulta. La ventaja es que conocemos personalmente ese tipo de escenario y sus intensas vicisitudes El riesgo consiste, como bien lo sabemos, en que nuestra lectura de la situación se vea guiada por la manera en que nosotros hemos leído la nuestra, puntuando la secuencia en una u otra dirección.

    A su vez, la “historia oficial” en buena parte de la literatura sobre el tema se centra en los niños definidos como problemáticos, explorando solo marginalmente los procesos interactivos desencadenados por el desencuentro entre estilos del bebe y estilos de los padres.

    Espero haber logrado desafiar algunas esas premisas. Tratando de ir mas allá de “culpabilizar a los padres” (ideología mas frecuente si el bebe es considerado como tabula rasa, o por aquellos terapeutas que consideran que su propia actividad consiste en remplazar a los “padres defectuosos”) o “culpabilizar al bebe” (ideología que con frecuencia es importada por los padres agotados – si bien no infrecuentemente culposos, convencidos de que han fallado en lo que suponen es un atributo instintivo de saber sintonizar con bebes), en este articulo he intentado explorar estos problemas desde el ángulo sistémico de la adaptación reciproca, con el acento en los problemas de calibración, una danza en la que todos los participantes pueden evolucionar fluidamente, pero plagada de trampas que complican la relación padres-bebe y que, si no son tratadas de manera oportuna, son una fuente de sufrimiento para todos los participantes, que pueden aun reflejarse en generaciones subsiguientes.

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    ENDNOTES

    1. De aquí en mas, en este articulo el termino “bebes” incluye, en diferentes ocasiones, neonatos, bebes y niños pequeños1.
    2. En castellano el vocablo plural de la pareja madre-padre es “padres,” aun cuando, por razones biológicas así como culturales, la madre tiene interacción mucho mas frecuente con el bebe, por lo que muchas de las observaciones de este artículo acerca de la interacción padres-bebe poseen como personaje más protagónico a la madre. Si bien hay términos sinónimos de menos uso cotidiano (por ejemplo, “progenitores”), seguiré usando el injusto vocablo “padres” para toda referencia a la díada padre-madre, quedando en claro que muchas de las consideraciones que discutimos se aplican también individualmente a madres o padres con o sin compañero, a madres o padres a cargo, y a figuras parentales sustitutas.
    3. “Estilo” es un termino general en el que incluyo la expresión del repertorio de proclividades genéticas aportadas por el bebe no como “destino” sino como tendencias, que se ven afectadas a su vez por el medio circundante. Este rasgo suele se llamado tambien “temperamento.”
    4. La noción de “puntuación de la secuencia interactiva,” propuesta por Watzlawick, Beavin y Jackson (1967), se refiere a la decisión por parte de quienes interactúan en una secuencia (una conversación, o aun un en secuencias de eventos históricos) acerca de donde (en quien) comenzó la secuencia. Ejemplos de puntuación incluye la discusión ya clásica de una pareja “Me retraigo porque me hostigas” “No, te hostigo porque te retraes.” O bien, a un nivel de análisis económico “La crisis en la bolsa de comercio hizo que la gente retire sus ahorros del banco.” “No, el que la gente retire sus ahorros del banco produjo la crisis en la bolsa de comercio.”
    5. En la real-politik de la vida cotidiana, la posicion de receptor o victima tiene ventajas sociales importantes, en comparacion con la posicion de perpetrador o iniciador de procesos negativos. Por lo tanto, no es infrecuente que las partes en un conflicto se disputen la posicion de victima del otro.
    6. Elizabeth Fivaz-Depeursigne (con Corboz-Warnery, 1999) merece especial mencion por sus estudios extremadamente reveladores acerca de la interaccion muy temprana del triangulo bebe-padre-madre y sus efectos en la evolucion social del bebe.
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